Las últimas horas las he dedicado a dar forma al capítulo séptimo de la serie. No ha sido nada sencillo retomar la historia, la cual concebí como un cuento infinito donde se narrarían interminablemente las aventuras galácticas de un grupo de personajes creados a lo largo de más de veinte años.
La evolución de la historia es peculiar, ya que ahora –con la idea en mente y acto, de concluir la serie con una meta literaria fija– dentro del mismo libro quedará impreso el desarrollo y crecimiento de todas las aventuras narradas.
Ahora que desdibujo este capítulo de la saga, me ha costado trabajo vislumbrar la historia como algo que debe llegar a su final. Desde que la imaginé y comencé a escribirla, la miré siempre con su final último. Siempre que comienzo un proyecto literario vislumbro el final inminente, sólo que –en este caso en especial– ha sido una experiencia nostálgica y nueva terminar algo que se inició hace tanto tiempo y que he dosificado en mi vida a lo largo de los últimos seis años.
El capítulo siete representa la llegada de ese inminente final, y me obliga a comenzar a plantear las bases para el cierre de la historia épica, ya que he decidido el número de capítulos totales. Muchas preguntas y cuestiones sueltas deben ser hiladas, y la introducción de los últimos personajes empieza a correr a partir de este momento. Me pregunto si habrá tiempo suficiente para presentar todo lo que imaginé presentar en la historia original… Recuerden que concebí la historia como una fuente infinita de aventuras.
Perdonen, sólo es que la nostalgia hace presa de mí.
El capítulo siete está siendo concluido en estos días, y con él llegan los parámetros finales de este cuento en serie, que iré compartiendo con ustedes durante el proceso de cierre de esta –para mí– gran historia galáctica.
J.E.Franco
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